Caos en los calendarios: La Revolución de Octubre... que fue en noviembre

Vie, 27 Oct 2017
El propósito de los calendarios es dar orden a nuestras vidas, pero tiene sus bemoles
  • El problema básico es que los calendarios tienen siempre días completos (pixabay).
Por: 
Guillermo M. Mallén F. Centro Astronómico Clavius de la IBERO. Seminario de Historia de la Ciencia

Calendarios, calendarios, calendarios que nos enajenan y calendarios que nos renuevan, llenos de fechas memorables, unas buenas y otras malas. El propósito de los calendarios es dar orden a nuestras vidas indicando cuándo hay que hacer qué, como la siembra o la cosecha, tan importante para nuestros antepasados. Por este motivo siempre ha sido importante que estén sincronizados con las estaciones, algo que se dice fácilmente pero que tiene sus bemoles. El Sol sigue en el cielo una trayectoria, la eclíptica, que esta parte del año del lado sur de la esfera celeste y parte del lado norte. Cuando el Sol cruza el ecuador celeste, yendo de sur a norte, tenemos el equinoccio de primavera o punto vernal, que marca el inicio de la primavera en nuestro hemisferio.1 De igual manera, cuando cruza de norte a sur tenemos el equinoccio de otoño, que marca el inicio de esa estación. Los inicios de las otras estaciones se dan cuando el Sol está lo más al norte que llega, en el solsticio de verano, o lo más al sur que llega, en el solsticio de invierno.

El problema básico es que los calendarios tienen siempre días completos en tanto que la caprichosa naturaleza hace que el tiempo que transcurre entre un equinoccio vernal y el que sigue no sea un número entero de días, son en realidad 365.2422 días, de manera que cualquier calendario que hagamos se va desfasando cerca de un cuarto de día cada año. En la antigüedad en muchos lugares se usaron calendarios basados en las fases de la Luna. Todavía hoy en día muchas personas, como los judíos, usan tales calendarios, totalmente caóticos ya que el tiempo que pasa entre una luna nueva y la que sigue, el período sinódico, tampoco es un número entero de días, son 29.53 días. Encima de ello doce lunaciones se quedan cortas unos once días con respecto al año, por lo que hay que tener años de 12 meses y años de trece, todo un caos.

El primer calendario razonable que tuvo una difusión grande fue el impuesto por Julio Cesar en Roma en el año 708 AUC (ab Urbe condita, es decir, desde la fundación de Roma), que equivale al año 46 antes de Cristo y que entró en vigor el siguiente año. Para compensar la fracción de día que sobraba cada año, se añadía un año bisiesto cada cuatro años, lo que es una sobre corrección que se va acumulando a lo largo del tiempo. Ya en el siglo XVI el equinoccio vernal se había corrido diez días, así que el Papa Gregorio XIII nombró una comisión para que corrigiera el calendario y evitara que se volviera a correr. Esta comisión estuvo encabezada por un jesuita conocedor de la astronomía, Christophorus Clavius y de ella salió el calendario gregoriano que usamos hoy.

La diferencia fundamental es que los años que son divisibles entre 100 pero no entre 400, no son bisiestos. También incluyó una corrección de 10 días para regresar el equinoccio vernal al 21 de marzo, por lo que al 4 de octubre de 1582 le siguió el 15 de octubre. Este calendario fue aceptado de inmediato en Italia y a fines de ese mismo año por Francia y España. El resto de los países entró al calendario gregoriano en diferentes fechas, especialmente los lugares en los que los católicos no eran mayoría. Entre los últimos países estuvo Rusia, que entró en su mayoría en 1918 aunque en algunos lugares lo hizo hasta 1920. El último país en entrar al calendario gregoriano fue Turquía en 1926.

Cuando se habla de la Revolución de Octubre se señala la fecha 25 de octubre de 1917, calendario juliano, que en el calendario gregoriano corresponde al 7 de noviembre, así pues, el centésimo aniversario de la Revolución de Octubre… se debe celebrar en noviembre...

Referencia:

1 En el hemisferio sur el equinoccio vernal marca el inicio del verano.

 

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