#ANÁLISIS Putin 2018: De los misiles nucleares al Mundial de futbol

Mar, 15 Mayo 2018
Rusia ha vuelto a ser una potencia y lo refleja a nivel militar, pero también a través del 'poder suave' de la cultura y los deportes
  • Vladimir Putin asumió la Presidencia rusa por primera vez en el año 2000 (Tomada de El Periódico).
Por: 
Dr. Erasmo Zarazúa Juárez*

Durante la última década del siglo XX, la situación de la Federación de Rusia no fue la más favorable: Boris Yeltsin, que pasó a la historia como el primer presidente electo, también lo hizo por ser uno de los hombres que más daño hizo a la nueva nación.

Occidente apoyaba a Yeltsin, pues el mandatario tenía una gran oposición a la reconfiguración de la Unión Soviética. Esa sed de poder —mezclada con vodka —, permitía a las compañías extranjeras apoderarse del país; mientras que al interior, los antiguos dirigentes políticos se hacían de los bienes del Estado, creando una élite por un lado y mafias por el otro.

El ‘libertinaje’ del mercado fue acompañado de una gran conmoción social, con la acentuación de las desigualdades, la miseria, la explotación, la corrupción, la prostitución y la criminalidad.

Aparecieron el hambre y las enfermedades; el Estado fue perdiendo terreno y la economía más que repuntar se dirigía a una regresión con el trueque. Con una sociedad y un país en esta situación, Yeltsin no decía nada sobre el actuar de EU en el mundo; permitió la expansión de la OTAN a los antiguos países satélites del bloque socialista y eran casi nulas las relaciones con Europa.

Para el año 2000, Rusia estrenó presidente: Vladimir Vladimirovich Putin. Tras la caída de la ‘Cortina de Hierro’, el exintegrante de la KGB durante la época soviética pensó en conducir un taxi en San Petersburgo. Gracias a su profesor de universidad, entró a un puesto de gobierno correspondiente a los asuntos extranjeros, principalmente vinculado con inversionistas.

Con el tiempo, Putin se convirtió en el director de la nueva KGB, es decir el Servicio Federal de Seguridad (FSB). Desde ahí, accedió a la información, que es poder, y fue por ende el principal sucesor de Yeltsin.

Putin se ofreció a Europa como un contrapeso. Es así como podría hablarse de una nueva teoría diplomática, la cual consiste en obtener en el contexto de un declive un cambio sustancial de las alianzas. De esta manera, se acercó con éxito a Alemania.

Gracias a Putin, la compañía Gazprom volvió a ser parte del Estado, con lo cual Rusia controla 15% de las reservas de gas en el planeta y surte de petróleo a Europa. El Estado volvió a emerger, esto lo hace un socio financiero fiable. La estabilización trajo un repunte económico, el restablecimiento militar, el nacimiento de la oligarquía alrededor de Putin, alineamiento de los medios, etcétera.

Además de mantener lejos el fantasma de la descomposición de la Federación con las acciones tomadas en Chechenia y el Cáucaso, impuso ‘mano durísima’ al terrorismo nacional e internacional, que se atrevió, con secuestros y atentados en escuelas, teatros, estaciones de metro y aeropuerto, agredir a los ciudadanos sin culpa y desafiar a Putin y a la nueva Rusia.

Las políticas de Putin han traído de regreso a su nación al campo de los equilibrios internacionales, que muchos confunden con una política agresiva: más bien es un reacomodo de una potencia que estaba hibernando. El término ‘Guerra Fría’ fue popularizado en 1947 a raíz de la publicación del libro así titulado, escrito por Walter Lippmann, que describe las emergentes tensiones entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, las cuales, como sabemos hoy, nunca desembocaron en acciones militares directas uno al otro, ni a sus aliados; pero sí un enfrentamiento político, ideológico, económico, deportivo, tecnológico y de disuasión militar.

El repunte de la Federación Rusa se ha tomado por muchos como una ‘Segunda Guerra Fría’.  Sin embargo, Rusia más que agredir está reaccionando a las acciones del mundo posteriores a 1989, tanto a países, como compañías privadas o estatales a nivel global, reclamando para sí, como potencia creciente y antiguo imperio, su espacio estratégico propio y un poco más allá.

Rusia ya no tiene una ideología contraria a la de Occidente, demuestra, sí, una variante de la democracia, pero no un sistema económico contrario, no le interesa el dominio mundial, es una responsabilidad que no busca; crece y se expande en los mejores lugares, colocándose en los vacíos dejados por la administración Obama.

Además, la Unión Europea, Turquía, Corea del sur, México, India y la China comunista son otros polos de poder económico y tecnológico, que a pesar de la crisis, crecerán a mediano plazo. El camino al mundo multipolar continua: EU está dando signos de aislacionismo en los campos comerciales, políticos, diplomáticos, donde Rusia y otros países están ahora ejerciendo influencia. Sí, Rusia y China son los más favorecidos. 

EU cercó a Rusia con su despliegue militar en la década pasada, donde fue más provocativo que efectivo, hasta que la idea de instalar misiles en Polonia y República Checa alertaron a Moscú, lo que llevo desde hace 10 años a un reacomodo de Europa del Este.

Rusia desde entonces defiende a sus ciudadanos en todas las fronteras, los residentes en Kaliningrado y su territorio soberano que se encuentra entre Polonia y Lituania. Más al sur, a la fuerza y de facto, la península de Crimea pasó a territorio ruso, arrebatándoselo a Ucrania, además de reconocer y apoyar a los grupos y ejércitos en la frontera entre ambos, creando así dos pequeños países que funcionan como colchón entre la OTAN y Rusia que, llegado el momento, pueden anexarse a la Federación Rusa, al igual que los territorios donde están sus ciudadanos en los países bálticos o de Asia Central. 

Rusia ha estado imparable, mientras los satélites canadienses fotografían el Polo Norte, para posteriormente navegarlo y reclamarlo, Dinamarca intenta probar que la cordillera Lomonósov está geológicamente ligada a Groenlandia para así hacer del Polo Norte una extensión de su soberanía.

Rusia se adelanta a todos y como los antiguos exploradores enviados por los zares, Putin envió a los robots submarinos MIR I y II que plantaron la bandera de Rusia hecha de titanio en el fondo marino, para así reclamar la propiedad de este y hacerse de los yacimientos de oro, gas, petróleo, diamantes, zinc y otras riquezas.

Sorprendentemente, aun en este contexto tan competitivo, hay cooperación. Llegó el momento que tanto EU, sus aliados y Rusia estuvieron del mismo lado contra el Estado Islámico. El longevo conflicto en Siria tiene que ver con la lucha antiterrorista, pero también Rusia defiende a su único aliado en la zona para no permitir la caída de la única de sus bases en el Mediterráneo. 

Siria ha sido el campo de batalla para varios países, que desean demostrar su poderío militar. Putin presentó esta primavera sus nuevos adelantos en el campo militar, lo que la convierte  nuevamente en una superpotencia: el escudo antimisiles, mejor conocido como Star Wars que propuso la administración Reagan, no ha podido ser construido del todo por los EU; pero ahora Rusia cuenta con nuevos arsenales capaces de ser ofensivos y defensivos contra la Unión Americana y sus aliados. No olvidemos su nombre: los misiles Kinzhal. 

Rusia no sólo se muestra de manera ruda, también tiene su poder suave. Miles de niñas y niños alrededor del mundo, ya sea por televisión o internet, se divierten con Masha y el oso, serie dirigida a los infantes y que posiciona parte de la cultura rusa.

En el deporte, logró los Juegos Olímpicos de Invierno 2014, en Sochi. Tras resolver un posible boicot, se mostró al mundo como una gran anfitriona, creando un lugar de veraniego, deportes de invierno, carreras F1 y futbol. De este último, Rusia se convirtió en la sede mundialista: por fin, el sueño arrebatado por Italia en 1990 se hizo realidad. Putin y su poder político-económico convencieron al COI y a la FIFA. 

Desafortunadamente, esta política de mostrarse y verse por todos lados ha dado también resultados negativos. Rusia está castigada en competencias olímpicas por dopaje; se sospecha y acusa de actividades de espionaje, asesinato, sabotaje, entre otros, provenientes de sus servicios de inteligencia.  

Occidente le reprocha sus imperfecciones. Claro que las tiene, sobre todo en lo concerniente a los derechos humanos, pero los integrantes de la generación de Yeltsin, en el pasado reciente, migraban para trabajar como indocumentados, a pesar de tener una carrera universitaria, tocar un instrumento musical o con estudios de danza, teatro o con un dominio perfecto del francés o el alemán. Se dedicaron a ser mucamas, lavabaños, costureras o bailarinas exóticas; en el peor de los casos, ellos y ellas, robados para las redes de la prostitución.

En la misma Rusia se ha sentido la mano dura, pero también un bienestar progresivo: las juventudes de la generación Putin tienen una mejor calidad de vida dentro de su país; pueden aspirar a educación, salud, deporte, trabajos estables, comienzan a tener créditos hipotecarios y automóvil, las tazas de alcoholismo y suicidio van a la baja, y al alza, la de natalidad. A la comunidad internacional en su conjunto le conviene una Rusia sana y estable, más con los recientes acontecimientos en Medio Oriente y África del Norte.  

Rusia es conocido como un oso y a lo largo de su centenaria historia tiene etapas que llamo de ‘hibernación’, donde queda relegada del progreso y envuelta en conflictos internos; pero, aunado a esto, Rusia despierta y logra en su beneficio grandes avances que la ponen a la cabeza de la historia, en ese periodo en particular.

Rusia ha estado bajo la conducción de grandes mujeres y hombres, como Vladimir Ilich Ulianov (Lenin), Yaroslav, ‘el Sabio’; Iván, ‘el Terrible’; Pedro, ‘el Grande’; Catalina II.  Tal vez Putin pueda ser parte de esta lista por su contribución a edificar una Federación de Rusia fuerte. Por ello, permítanme sugerir el nombre de ‘Putin, el Forjador’.

*Dr. Erasmo Zarazúa Juárez es académico e investigador del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México

 

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