Egresado IBERO abre empresa de seguridad genómica en Silicon Valley

Lun, 11 Dic 2017
Daniel Uribe crea Genobank, una criptobóveda a partir del esquema conocido como 'blockchain' (cadena de bloques)
  • Daniel Uribe Benítez lleva dos años y medio inmerso en Silicon Valley (Alberto Hernández/IBERO).

El mexicano Daniel Uribe Benítez lleva dos años y medio inmerso en Silicon Valley, ‘la meca de los emprendedores’. En este lugar, situado en el Área de la Bahía de San Francisco, en California, ha obtenido la visión global para generar proyectos que impacten positivamente a la mayor cantidad de personas que habitamos este mundo.

Desde 2004, Uribe ya era un emprendedor en México, tras fundar su empresa United IT Consultants, enfocada en servicios de Tecnología de la Información y ciberseguridad, misma que sigue rindiendo frutos y atendiendo clientes. Sólo le llevó cuatro años dirigir su propia empresa, tras concluir la Licenciatura en Ingeniería Electrónica y de Comunicaciones de la Universidad Iberoamericana.

Trabajó durante el 2002-04 para Sun Microsystems, el primer paso para llegar al idílico lugar donde las ideas más extremas se pueden convertir en realidad, pues las capacitaciones se llevaban a cabo en el Valle del Silicio. Cursando la Maestría en el IPADE,  conoció a Miguel Casillas, fundador de SV Links (svlinks.org), una organización sin fines de lucro que conecta a empresarios mexicanos con este centro de emprendedurismo.

“Él, a través de su programa de inmersión de una semana, te lleva por los principales lugares donde están sucediendo las cosas más relevantes”, afirma Daniel. Uno de esos espacios fue la Singularity University, el centro académico de la NASA y Google, que busca desarrollar ideas que beneficien a mil millones de personas en una década, aunque el reto ahora es que lo hagan en un lustro. 

Previamente, en 2013, estudió en la Universidad de Stanford y conoció a los doctores Andrés Moreno Estrada y Carlos Bustamante, especialistas en genética. Fue Moreno Estrada quien lo inspiró al contarle su proyecto sobre genómica latinoamericana. En ese momento, a Daniel Uribe se ‘le prendió el foco’ y pensó relacionar este tema con su área de estudio: la ciberseguridad.

Genobank, una criptobóveda para proteger el genoma

La charla dio origen a la típica idea extraordinaria de Silicon Valley. Plantearon lo delicado del manejo de datos si caen en malas manos o se usan para fines incorrectos. Así nació el proyecto de crear una criptobóveda, utilizando un elemento del sector financiero: el blockchain, y que conocía muy bien uno de los impulsores de Genobank y compañero de andanzas de Daniel Uribe, Marco Montes.

“La filosofía atrás del blockchain (cadena de bloques) es la descentralización. Hay activos digitales humanos que son extremadamente sensibles: archivos de identidad, de propiedad, de récords médicos, de datos genéticos, de todos tus gustos en redes sociales. Queremos pasar de empresas que centralizan los datos y no reparten los benefician que obtienen de la comunidad”.

Daniel señala que Genobank busca proteger los datos personales, a través de la descentralización y la criptografía —que deriva en la transparencia (saber cómo se usa la información) y trazavilidad (origen y destino de los datos)—, y por otro lado darle el mérito (económico o de reconocimiento) a la persona que contribuyó, por ejemplo, a que se desarrollara una investigación a partir de su información.

Esta bóveda para resguardar datos genéticos debe tener un alto contenido ético, afirma Daniel, que la información se tenga documentada y se sepa adónde va a parar. Uribe Benítez comenta que no todo tiene que ver con ‘comercio’, pues no es la idea de Genobank, sino cumplir con los elementos de transparencia y trazavilidad. En todo caso, el involucrado puede donar, si lo decide, su material personal para la investigación.

“El espíritu de Genobank es que si yo aporto información genómica, al menos exista el registro de que lo hice y el registro electrónico notarial del uso de datos para lo que se usará”. Explicó que decidió usar la cadena de bloques porque hace más difícil, casi imposible, un robo de información por hackers y estimula la transparencia en todo momento.

Obviamente, no todo es color de rosa, pues hay aspectos negativos que desde la empresa, en la que laboran ocho personas —todos mexicanos—de manera directa o indirecta, están buscando aminorar, pues tiene que ver con al menos tres aspectos:

  1. Discriminación: que al conocer tu información, empresas o grupos pueden descartarte como un aspirante a, por ejemplo, un puesto laboral.
  2. Indefensión: puedes quedarte sin protección sanitaria o de las aseguradoras, al descubrir que en el futuro desarrollarás alguna enfermedad.
  3. Falta de protección: los datos personales se pueden usar para perjudicar a quien los entrega, o para que alguien más lucre con ellos.

Su paso por la IBERO

Con 41 años de edad, Daniel recuerda su paso por las aulas de la IBERO, sus amigos, profesores y cada una de las materias que lo formaron como persona y como profesional. A pesar de estar en la ‘meca de los emprendedores’, no olvida lo aprendido en su alma mater.

“Yo inicié en Otoño de 1994. Vi otras universidades, pero lo que más me inspiró de ésta fue el tema de las humanidades. Me pareció relevante que la IBERO fuera de educación jesuita, acorde a mis valores personales”. Fue aquí donde nació su curiosidad por aplicar las tecnologías digitales a la resolución de problemas sociales.

Las clases de integración, que forman parte del Área de Reflexión Universitaria (ARU), las recuerda con mucho cariño, porque permitía intercambiar ideas con estudiantes de otras carreras y ampliar la perspectiva de pensamiento. Deja claro que en su momento, él y sus compañeros no veían la importancia real de estas materias y cómo les ayudaba a ampliar su visión de las cosas.

“A la distancia, es uno de los diferenciadores con otras universidades. Me dejan este sabor humanista que abre tu mente. Detrás de las actividades que hacemos hay humanos, con pensamientos diversos, y valiosos. Nadie es tan inteligente como todos juntos. Esas materias de integración sirven mucho para eso”.

A partir de la enseñanza jesuita de servir a los demás, Uribe Benítez asegura que trata de implementarla siempre en las empresas en las que participa, es decir, que el centro sean las personas, enfocarse en resolver sus necesidades de manera profesional, pues está convencido que la “ética paga, tarda más, pero paga”. 

Daniel Uribe afirma que hay una amplia área de trabajo, lo que se conoce en Silicon Valley como ‘blue ocean’, ese lugar donde no hay nada y donde se puede crear todo. En su caso, así surgió Genobank, “el proyecto que me dará inspiración por los próximos cinco años” y con el cual busca proteger hasta la última partícula que forma al ser humano.

Iván Cabrera

 

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